¡Un único mundo para todos!

Nos comportamos muchas veces como niños, porque caprichosamente pensamos que para estar bien en este mundo solo hay que hacer lo que nos gusta; y haciendo esto sin pensar en  las consecuencias que trae a la vida de los demás, no funcionamos como sociedad. Tenemos un solo mundo, una sola escuela para los siete mil millones que somos, no tenemos siete mil millones de mundos donde ir cada uno de nosotros. Imaginemos ese lugar en donde pudiésemos hacer lo que se nos da la gana en donde no hubiera nadie para decirnos qué está bien o mal.

El Amor: ¿qué sentido tendría en nuestra vida si no hay a quien transmitírselo? Entonces, estamos en este mundo rodeados de personas, para poder religarnos amoro­samente con Dios  desde nuestro Corazón, porque todos somos sus criaturas, hijos del mismo Padre; no importa el nombre que le pongamos, o la religión a la que pertenez­camos, o la idea que tengamos. El hecho es que tenemos que vivir en Amor constantemente, todos y cada uno de nosotros, y en Amor las cosas funcionan bien. Lo sabemos en una familia. ¿Por qué no pensamos que así también debe ser para con el mundo? ¿El Amor solamente tiene que estar en la familia, los demás que se ocu­pen de los suyos?

Entendamos que hay un Amor que nos une a todos, ese es el Amor de Dios, que no hace distinción. Él nos ama a todos por igual. Aprendamos a entender que amar a todos  por igual no se trata de amar solo lo que queremos, sino a todos por igual, poner por igual el Amor hacia todos y en todo lo que hago.

El Padre no es alguien inalcanzable por ser Dios.  Dentro de sus expresiones, que los hombres conocen, nos está dando ejemplo de lo que debemos hacer desde nuestras posibilidades y en el mundo en que vivimos. Venimos a la Tierra a conocernos. Dios se conoce perfectamente a sí mismo, por eso sabe qué es lo que espera, qué es lo mejor y conoce los caminos a recorrer. Nosotros no nos conocemos y entonces tenemos dudas hasta de lo que hay en nuestro interior y más dudas tendremos a la hora de relacionarnos con los demás. Si vivimos en esas dudas nunca podremos estar unidos y en Paz.

En un mundo en donde cada uno hace lo que egoístamente siente, sin importarle las consecuencias que pueda traer para su propia vida y para los demás, difícilmente podamos vivir todos en Paz.

Daniel Ferminades

Extraído del encuentro ¨Verdades Develadas desde la Conciencia¨ Santa Fe, Argentina. Septiembre 2013 (130919 1).